Miradas Posibles

INTIMIDAD Limpiar el cuerpo, el polvo de ti o sólo buscar el pretexto para la soledad. El antiguo edificio donde se ubica el Centro Cultural Universitario se convirtió en una especie de baño público al estilo de los baños marroquíes; los Hammam. Mujeres lavándose el cuerpo o partes de su cuerpo en diferentes habitaciones del recinto creaban contextos disímiles, aunque el sopor era el mismo. En una estancia con ventanales y puerta de madera abierta una joven se remoja las piernas insistentemente como limpiándose el cansancio bajo una luz calida; las pantorrillas parecían ya limpias, sin embargo el calor seguía ahí. Por otro lado, una mujer de pelo largo se talla la piel una y otra vez sumida en su tina con agua fría. Al fondo, en el patio había otras dos mujeres lavándose la cabellera en un depósito menos tradicional bajo un árbol, el escaso movimiento de las hojas parecían narrar: Bajo esta sombra se refrescan las que han decidido guardar un secreto, buscan el agrado de la soledad para

SEGUNDOS DE LUZ BAJO EL AGUA -Hay algo que siento Tan cerca, Tan ajeno Tan propio, Tan lejano… Mirar los destellos de luz que rebotan en el agua me hace volver a pensar en lo que hay dentro o debajo. -Porque es el mar; las olas, la sal… -Pero somos nosotros­ como las rocas que se erigen en los litorales y de nuevo, como la sal. -¿Somos rocas? ¿Somos agua? ¿Somos sal? -Digo que mirar la superficie, ese espejo ondeante me recuerda que si acaso vivir es como estar entre las rocas subir, romperse, Escurrir, revolverse; hacer espuma terminar siendo sal al final del día puede ser que bajo esa ola haya algún remolino que nos fusione. -Es posible si la luz te lleva al fondo que puedas ver de cerca el filo de otras criaturas. -Es lo que digo… Es posible que en el fondo de esa inmensidad seamos peces. -Peces con ojos de linterna. -Pasan tan cerca… Se tocan de pronto o rozan sus aletas. -Es tan suave la libertad en sus escamas que les gusta acariciarse. -Parece que se cuentan secretos ¿Escuchas?

Hoy 5 de agosto 09, dos meses después del incendio en la guardería ABC. A mis amigas, que no han podido dormir tranquilas y que ya no ven ni la casa como un lugar seguro, les dedico estas fotografías que no dan consuelo, sino lo contrario. Aunque un respiro para seguir caminando y fuerzas para cuando escuchamos a los hijos chillar. Yo sigo con una espina en la garganta. Hoy otra marcha; después más fotos.

Desaparecer Después de una palabra dicha. A veces, en el mismo corazón de la palabra. Los oídos se asombran, la mirada se desvanece: helo ahí. Y desde entonces, él es fantasma. Clarice Lispector. Tuve un amigo que cierta mañana me dijo: un día de estos voy a desvanecerme, me esfumaré Rafael Martínez desaparecerá… No pasaron cuatro tardes grises cuando ya había desaparecido. Quedó sólo un halo de incertidumbre que me generaba una pregunta: ¿Cómo pudo desaparecer sin levantar polvo siquiera? Por mi parte, son pocas las formas en que me siento desaparecer. Una de ellas es cuando duermo; bostezo y cedo el cuerpo al sueño. O cuando estoy en silencio y nadie me nota, en ocasiones en que alguien se olvidó de mí y me dejó esperando. Y especialmente, cuando estoy en contacto con la lectura. Las tres desapariciones tienen algo en común, sufren en esencia el abandono. Ante tal facilidad para borrarse, el acto de desaparición en la lectura invita a descubrir el ritmo de las palabras. Seguir el mov