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Mostrando entradas de enero, 2010

De la importancia del susurro en lugar de una voz alta.

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I La noche era una esperanza. Entre dos personas las construcciones verbales al momento de hacer el amor no sirven de mucho, más bien, eso se olvida y se deja que el silencio lo acomode todo. Al final el tiempo que flota, al final la respiración que vuelve a su lugar. Cada noche hay una esperanza para descubrir cosas que tienen su lado íntimo, suele ser un buen momento para abrir los velos que nos cubren y reconocer un lado nuestro que se recupera sólo cuando se ve de noche el cuerpo de uno mismo en otra persona. En cuanto te veo la piel, me veo en tu cuerpo, en tu mirada entreabierta, ahí estamos los dos viéndonos a oscuras. En esas noches encontrar, olvidarse de la búsqueda, encontrar las partes que en la marcha extraviamos, que son nuestras trizas olvidadas solamente, aunque sean matices inherentes se pierden al olvidarlos y el otro cuerpo, al verlo completamente desnudo, los regresa sin darse cuenta y sin palabras. No viaja hasta nosotros con la intención de devolver algo que había