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De nuevo por estas hojas, me gusta volver después de un tiempo con nuevos temas. El reto es continuar usando este espacio a modo de laboratorio de imagen, de textos y de plantear miradas posibles. Hoy es un día especial porque llueve y hay una música de fondo hecha de invierno que se despide. En esta nueva etapa exploro la mirada que he guardado por otro lado, trabajado desde otras perspectivas. Estoy a punto de terminar una tesis doctoral en la que me encuentro hablando precisamente de los sentidos que se depositan en el agua que corre, en la tierra que resiste y la gente que narra su historia. En ese instante estoy pensando en mi cuerpo y en las muchas formas que cambió durante el tiempo que estuve en la búsqueda acerca de cómo retomar este blog. Puedo ejemplificarlo con mi cabello, ha cambiado de forma y color, ha cambiado de textura combinando con distintos sueños. Quiero tener contacto con otras formas de expresión, quiero invitar a intercambiar recuerdos que nos construyen y o
Al parecer la poesía es contenida como un hálito que se degrada pero al final de la estrofa uno se queda sin aliento con el vacío lleno de aire.

Paisaje azul con una loca

No toda esencia de belleza se puede captar en una fotografía, hay belleza en la tarde de un domingo en un café con los amigos, pero es intangible, no puedo captar la reunión porque se vería demasiado social, o los vasos y tazas porque se sentiría nostálgico; sin embargo, ese no es el centro de la belleza de la que hablo. Así fue la tarde pasada, un ocaso respirable después de días seguidos de un clima de endemoniado calor. ¿La ocasión? Alistar temas nuevos por fotografiar del colectivo de fotógrafos del cual soy parte, y claro, divagar de todo y nada. Curiosamente como en un sueño hubo algo recurrente en esa reunión, que finalmente por razones de seguridad, quedó fuera de la lista de cosas por fotografiar. En la terraza del café se acercaron dos locas, no me refiero a dos muchachas pseudo-adolescentes chifladas con ganas de moler, no, sino a dos verdaderas personas ajenas de sus facultades mentales, que además son indigentes. Por la recurrencia de su visita, (no llegaron juntas, prime

Por no olvidar...

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Y el café suelta su aroma, qué haría yo por retenerlo en mi taza, en la mesa. Y tu conversación intensa qué haría yo por no olvidarla... Sentarme y bebérmela en pequeños, lentos sorbos.

La lluvia lenta

Esta agua medrosa y triste, como un niño que padece, antes de tocar la tierra desfallece. Quieto el árbol, quieto el viento, ¡y en el silencio estupendo, este fino llanto amargo cayendo! El cielo es como un inmenso corazón que se abre, amargo. No llueve: es un sangrar lento y largo. Dentro del hogar, los hombres no sienten esta amargura, este envío de agua triste de la altura. Este largo y fatigante descender de aguas vencidas, hacia la Tierra yacente y transida. Llueve… y como un chacal trágico la noche acecha en la sierra. ¿Qué va a surgir, en la sombra, de la Tierra ? ¿Dormiréis, mientras afuera cae, sufriendo, esta agua inerte, esta agua letal, hermana de la Muerte ? GABRIELA MISTRAL

un minuto de silencio....

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Tan lejos, tan cerca.

Casi todo resulta de una pregunta... Y qué si... Todo por alimentar esa ansiedad que lleva casi siempre a más preguntas.